¿Quién no ha oído la famosa Ley de Murphy? «Si algo puede funcionar mal, funcionará mal».
¿Y los cientos de frases que se derivan de ella?
A saber:
– Cualquier esfuerzo para agarrar un objeto en caída, provoca más destrucción que si lo dejáramos caer naturalmente.
– Nada es tan fácil como parece.
– La probabilidad que una tostada caiga con el lado de la mantequilla hacia abajo, es proporcional al valor de la alfombra.
– No hay tarea tan simple que no pueda hacerse mal.
– Todo cuerpo sumergido en la bañera hace sonar el teléfono.
– Nada está tan mal que no pueda empeorar.
– Si un artilugio mecánico falla, lo hará en el momento más inoportuno.
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Todas estas frases —y muchas más— tienen en común una actitud pesimista, resignada y burlona, fruto de la actitud de Murphy. Pero… ¿quién es Murphy? ¿cómo se originó la frase?
Edward A, Murphy Jr. —capitán de las Fuerzas Aéreas de los EE.UU.— formó parte, en 1949, de unos experimentos realizados para determinar la resistencia humana a la desaceleración brusca para casos de aterrizajes de emergencia. Algunas pruebas se realizaron con un muñeco de forma humanoide, pero para las pruebas finales colaboró el coronel J.P. Stapp.
Para medir el impacto de tales fuerzas sobre el piloto, se le ocurrió a Murphy colocarle una serie de sensores o medidores electrónicos de esfuerzo sujetos al arnés. Pero tras la prueba todos los resultados salieron sorprendentemente a cero. Tras algunas comprobaciones vieron que los sensores estaban mal instalados, pues habían sido cableados al revés.
Entonces —según el también ingeniero George E. Nichols presente en aquel momento— Murphy, frustrado, le echó la culpa a su asistente exclamando: «si hay alguna manera de cometer un error, lo cometerá».
En conversaciones con otros miembros del equipo salió a relucir la expresión que quedó como: «si algo puede salir mal, saldrá mal».
Pero no ganó popularidad hasta que no fue pronunciada por el coronel Stapp durante una conferencia de prensa, en la que le preguntaron por qué nadie resultó con heridas de importancia durante las pruebas. Stapp replicó que fue porque se tomó en consideración la Ley de Murphy. Luego citó la ley y dijo que significaba que era importante considerar todas las posibilidades antes de hacer una prueba.
A continación la historia relatada por el propio George E. Nichols, gerente de Control de Calidad del proyecto Vikingo:
«El suceso ocurrió en 1949, en la Base Aérea Edwards, en Muroc, California, durante el Proyecto de la Fuerza Aérea MX81. Este era el proyecto de investigación del coronel J. P. Stapp sobre pruebas de aterrizaje de emergencia en las pistas de la Base Norte. El trabajo era realizado por Northrop AirCraft, bajo contrato del Laboratorio Aeromédico por parte del proyecto por parte de Northrop.
El homónimo de la ley era el capitán Ed Murphy, un ingeniero de desarrollo del Laboratorio Aéreo de Wright Field. Frustrado por una pequeñas piezas que estaban funcionando mal debido a un pequeño error, exclamó lo siguiente: «Si hay alguna manera de hacer las cosas mal, lo hará», refiriéndose al técnico que había originado el error. En ese momento, le adjudiqué el nombre de Ley de Murphy a dicha exclamación y a sus variantes asociadas.
Un par de semanas después, el coronel Stapp indicó en una conferencia de prensa que nuestro excelente récord de seguridad en aterrizajes de emergencia simulados durante varios años era el resultado de una firme convicción en la Ley de Murphy y de nuestro consistente esfuerzo por evitar lo inevitable. La referencia tan amplia que se le dio a la Ley en anuncios de fabricantes en el período de unos cuatro meses fue fantástica, con lo que la Ley de Murphy quedó establecida dentro del vocabulario tecnológico.»