La moral tecnológica
Una moneda que pretendemos su otra cara no poder ver.
El desarrollo tecnológico de las sociedades no son más que el resultado cristalizado en soluciones de sus propias necesidades. Cualquieras que sean. Con el revestimiento adecuado, estas podrían estar dentro de lo que se quiere moral u éticamente aceptable, o notablemente distante de lo que nos pueda parecer correcto. Subjetivo seguramente, pero tan inherente a cualquier concepto; este puede ser, porque se desprende de lo más realmente subjetivo existente sobre la faz de la tierra: El hombre.
Podría divagar por millares de conceptos antes de precisar alguno que se pueda jactar de estar sin ápice de subjetivismo, propio de quien lo juzga, de quien lo discierne. Erraría con seguridad y caería en no otra cosa que disentir.
Razonar sobre cualquier concepción tecnológica, puede convertirse en una labor magna cuando se intentase acatarla fuera de los parámetros que da la moral, porque la imagen de moralista que puede llegar a ser un evento solo es posible en la óptica de quien ve lo moral y ético como parte de sí mismo. Simple y cotidiano, expresado esto: –la moral es muy subjetiva a la percepción del observador–. Por esta razón, los escenarios tecnológicos no moralistas son probablemente, ideas utópicas o poco alcanzables, por el hombre contemporáneo. Aunque con el pasar del tiempo he podido percibir que la ciencia y la tecnología ha logrado desprenderse en larga batallas de los grilletes que impone el decoro.
Podría sin darme cuenta, estar dentro de la una de las más intrincadas discusiones de la historia: Lo bueno o lo malo de la tecnología y el avance tecnológico. O si el avance tecnológico sugiere una pérdida de los valores morales. Redefiniendo el concepto de tecnología como: – el compendio tangible e intangible, de prácticas que conllevan a la creación de conocimiento y proporcionan soluciones a problemas expuestos; libres de matices moralistas–.
En este mismo orden de ideas podríamos seguir esbozando un sin número de conceptos que acomodados a el título de este escrito, nos darían el rumbo de esgrimir cualquier idea que se ajuste a lo que pretendo presentar.
El concepto de Moral tecnológica1 solo se ajusta a la indagación del código moral de las personas en función de la tecnología que usan. Un caso muy relacionado con los códigos de conducta de personas que son adeptos de uno u otro sistema operativo (Windows2, Linux3, Mac4), por exponer un ejemplo claro.
Pero para ser más precisos y centrados, no pretendo tejer conjeturas sobre temas informáticos, porque lo que hoy me atañe tiene connotaciones más elevadas que los asuntos de seguridad informática, y los temas relacionados con piratería de los cuales se derivan las ideas antes expuestas.
La moral tecnológica, escueta y simple, debería estudiar solo la forma en cómo el ser humano pretende darle matices de correcto o incorrecto, según la forma y aprovechamiento de la tecnología y los adelantos tecnológicos en si para el bien de la humanidad, y no los velos enraizados en tendencias religiosas, como es el caso de los estudios de clonación humana5.
Si bien se ha podido alcanzar un significativo adelanto en esta materia, la mayor oposición a este tipo de iniciativa, en forma irónicamente contradictoria la asume la iglesia católica quien en nombre de la iglesia y evangelización ha aportado los casos más horrendos de xenofobia, muerte por la imposición a sangre y espada de la adopción de una cultura religiosa. ¿Qué es moralmente correcto?, ¿es moralmente correcto, todo aquello que se desprenda de la iglesia por el simple hecho de ser los ministros de Dios?, ¿la inquisición6 fue correcta?.
Con exactitud milimétrica aseguro, todo lo que se juzgue bajo el velo subjetivo de lo religioso es ostensible de ser considerado como incierto por no asegurar que podría ser falso y pendenciero. Sin hacedero fundamentado en la observación y documentado como una práctica justificable en un método científico. Es así pues, los adelantos que traería consigo la idea de la clonación, en áreas muy específicas como la investigación en la creación de más y mejores anticuerpos que luchen contra las enfermedades que a nuestra época resultan incurables como el VIH o el cáncer, contribuiría a evitar más muertes que las causadas por la inquisición en sus años mozos. En este aspecto, y me atrevo a pronosticar una debilitación en la importancia de la concepción que tenga la iglesia sobre temas como este, cuando el consiente colectivo mundial vean en este tipo de práctica la salida a muchos problemas que juzgan a nuestra población.
El correr del tiempo y la ausencia de una política ambiental responsable, obligatoria para todos, hará que con el transcurrir de los días, se agraven situaciones, como la cantidad de alimento disponible para cada ser humano, que habite nuestro planeta. Seria en este momento la iniciativa de clonación de animales una salida obvia para poder combatir este flagelo que sin duda nos alcanzará en un plazo no mayor a 30 años. El desarrollo de ganado más resistente a las enfermedades, qué adquiera más peso en menos tiempo, con carne con más y mejores características. Siento escribir que podría preferir esta opción a esperar que el maná caiga del cielo. Cruel o no, falso o verdadero, visión moral o inmoral, nos guste o no, las personas pasarán a este lado del rio en el momento que las cosas tengan menos importancia moral y más una importancia existencial. Cuando lo vital condicione nuestras vidas y no lo moral. Son inimaginables, los beneficios que se obtendrían de ver esta opción como un camino a el mejoramiento de la raza humana, y en general de todo lo que nos rodea.
El tema del mejoramiento de las condiciones naturales seria inmediatamente alcanzable sí pudiéramos acceder a estudios que nos permitiera el desarrollo de árboles que modificados genéticamente pudiera absorber 100 veces más CO2 , «Un árbol absorbe al día el C02 equivalente al que emiten 10.000 coches»7, ¿sería conveniente llevar a cabo este estudio aun cuando se tengan posiciones moralistas frente a este tema ?. Es una respuesta obvia, si.
Sin olvidar, el desarrollo de un musgo que contenga más agua, que ayudaría visiblemente al cuidado de los páramos y humedales, que es donde se genera en gran porcentaje del agua que se utiliza en el mundo.
La evaluación de nuevas tendencias sin ambages, sin connotaciones innecesarias, que vayan de frente a atacar el problema en franca decisión, es lo que a la luz de nuestras necesidades se hace obligatorio.
Por otro lado, nunca dejara de ser nuestra decisión en última instancia la adopción de una iniciativa, aun cuando esta esté provista de una vestidura moral o no.
El hombre siempre tiene una necesidad insaciable por el conocimiento y la búsqueda constante de nuevas y mejores forma de hacer las cosas, de ello parte nuestro progreso y posicionamiento como raza superior, pero a pesar de esto, no está por fuera de este cuadro los malos hábitos, y las malas implementaciones de la ciencia y la investigación. En general, el mal uso de la tecnología.
Las malas utilizaciones de la tecnología, tienen en su haber uno de los más siniestros casos: Little Boy8 y Fat Man9.
El 6 y el 9 de agosto de 1945, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, bajo el gobierno de Harry Truman decidió Bombardear Hiroshima y Nagasaki10, acto que dio fin a la guerra posterior rendición oficial del imperio de Japón. Visto desde cualquier punto de vista, fue acto más que cobarde, exagerado y una pura muestra de impotencia. Cualquier anotación en contra de este bajo acto es aceptable, pero no nos interesa la causa, y mucho menos el efecto, pero si el acto.
Cuando se somete el ser humano a el proceso de creación de nuevas tecnologías es inevitable caer en el los baches que la mala utilización de la tecnología da, por ende es sensato en este momento aclarar que la utilización de la tecnología en buena forma, no debería ser opcional sino obligatoria para quienes tienen la oportunidad de crear y llegar a la utilización de nuevas tendencias tecnológicas.
Se estima que a finales del 1945, el producto de estas bombas habrían matado no más de 230.000 personas, un poco menos de un cuarto de millón de seres humanos, esbozado de otra manera más representativa. Esto de manera directa, sería prácticamente incalculable hoy después de más de 60 años, saber cuántas personas han muerto a consecuencia de la exposición a la radicación y la trasmisión de enfermedades de carácter hereditario, sufrido por quienes tuvieron la bendición de sobrevivir11 a dicho magnicidio.
Exposición previa de estos dos caso, 1. La iniciativa de la clonación humana y la manipulación genética. 2. La creación de armas de destrucción masiva. Con ellos se expone las dos cara de la moneda, de las cuales muchos tenemos la presunción de poder y querer observar conforme a como se muestras para nosotros y no las verdades de estas ceñidas muy a la orilla de la cual vemos el rio. Entendamos la razón de la metáfora, como un rio con sus respectivas orillas, donde una es: La iniciativa de la clonación humana y la manipulación genética, ya la otra: La creación de armas de destrucción masiva.
Según la óptica de quien está en una de sus orillas mirando al frente, cree sin vacilación que ve con claridad los conceptos que frente a su vista se exponen sin matices de moral. El primero, por el tono de manipulación genética de la raza humana a intención de quien esta tecnología le sirva. Si bien, visto desde esta orilla tiene sus bondades si se le mira a través de un prisma netamente en busca del mejoramiento de las condiciones humanas y todo a lo que ella pueda llegar a tocar. Solo en este concepto es aceptable la clonación humana y la manipulación genética de las especies existentes. Pero de no ser así, incurriríamos en casos tan atroces como el desarrollo de soldados con la capacidad de nunca cansarse, ser mejores o lo que es peor, sin temor a matar y programados para hacerlo sin remordimientos. Súper soldados. No es descabellado pensar que se podrían crear en los laboratorios virus que ataquen al ser humano y lo hagan de tal manera que aprovechen la forma en que como el sistema inmunológico se defiende para hacer de ese método de defensa su forma de propagación, como es el caso del Virus del VIH12. Las expectativas por los buenos usos son exponencialmente importantes, y aterradoras las opciones de los malos usos. En todo caso, no deja de ser nuestra, la responsabilidad de hacia dónde queremos llevar o el cómo querremos usar la tecnología.
Mirando a la creación de armas de destrucción masiva, en sus inicios nunca se pensó la utilización de uranio13 enriquecido para la creación de armas de destrucción masiva, más si, como combustible de los reactores nucleares que generarían más del 17% de la energía mundial, que es consumida en esta época.
Ahora bien, en ambos casos es evidente ver, que fueron y son iniciativas con su alto grado de interés, en sus inicios, por componente de mejoras que buscaban y apuntan a la solución de ciertos problemas. La generación de electricidad y hoy la búsqueda de soluciona a problemas del ser humano contemporáneo, como fueron la utilización del uranio y la idea de la clonación y manipulación genética, respectivamente.
En ambos casos, en ambas orillas es fácil ver hacia el frente pero resulta un tanto difícil tratar de verse así mismo, o en mayor complejidad –ver hacia atrás–. Es en esta instancia en donde la iniciativas se dislocan y se cae en lo que hoy por hoy se recuerda a el magnicidio de Hiroshima y Nagasaki, y se teme con gran preocupación que se lleve a cabo una magna mala utilización de la tecnológica en contra de la propia humanidad; de la iniciativa de la clonación y manipulación genética. Poder dimensionar lo catastrófico de un evento de esta envergadura sin aun saber el poder y el alcance de esta opción, es subestimar, si tenemos en cuenta que no conocemos hasta donde podemos llevar con este tema. Las posibilidades son enormes, con nuestra actual tecnología y con el pasar del tiempo eso se multiplicaría exponencialmente con el conocimiento de nuevas y mejores formas de hacer ciencia.
Con este camino recorrido, es en este instante cuando nos debemos preguntas ¿Estamos listos para afrontar de buena manera y dándole buen uso a la iniciativa de la clonación humana y manipulación genética?, posiblemente la respuesta seria si, ¿pero de cuantos Si’s estamos hablando, quienes dirían que no?, en el más bueno y estricto sentido, el mundo estaría a las puertas de una nueva era de mejoras para el ser humano, ¿pero estaríamos dispuestos a sobrellevar en nuestras espaldas el peso de una mala decisión tecnológica, que fue tomada sin contemplaciones morales?, ¿De ser acertada, el presente y el futuro prominentes con relación a clonación humana, y viéramos buenos resultados, podríamos decir que las tendencias de corte moralistas son realmente obsoletas y dificultan el desarrollo tecnológico?, y de no se así ¿podríamos pensar que el desarrollo tecnológico necesita del estudio en moral para poder ceñirse a lo que la humanidad moralista designa como útil?. A todas estas preguntas, no tendríamos una respuesta a menos que se acaten sin ambages morales, la simplicidad no yace en lo subjetivo sino en lo objetivo, y eso es probablemente inmoral, quizás pendenciero a los ojos de quien marcan su visión moralmente.
Pensar objetivamente y ver el trasfondo seria lo correcto a estas alturas. Como ya lo he mencionado, la decisión de la buena utilización de la tecnología, solo es en ultima una decisión que se debe tomar en función del bienestar que proporcionare a el grupo sobre el cual se ejecute, grande o pequeño. Y no en función a lo que dicte un libro, biblia14 o coran15, etc., según sea el caso. Aún más claro, si bien la iglesia católica dicta y reza que Dios es el amo de la creación, y origen y fin de las cosas, y el único con el poder de dar vida, y todo aquello que permanezca en la tierra es por su obra, los científicos del instituto Roslin16 creadores del primer mamífero clonado –Dolly17–, técnicamente, si Dios permitió que esto pasare, es porque no está en contra de ello. Si es él quien tiene el poder de decidir, dar o quitar la vida. Ahondar en temas tan subjetivos como la posición de las iglesias frente algunas cosas es realmente cosa de tercos porque por más razones expongamos siempre los creyentes terminan por creer. De hecho, creer es más fácil que pensar. He ahí la razón de que haya más creyentes, y no es dureza de corazón o pasiones malignas lo que conduce a ciertos individuos al ateísmo o a posiciones realistas, sino más bien una escrupulosa honestidad intelectual.
Entonces porque la iglesia solo considera mal visto moralmente hablando la clonación y la manipulación genética en humanos y no en animales, si técnicamente hablando en su más pura esencia los modelos genéticos a manipular no son más que células, en ese instante, sería tan pequeño un ovulo humano como un embrión animal, para hacer una analogía y comparativa en tamaño.
Sin el ánimo de caer en el ateísmo, sería mucho fácil y más razonable, estudiar las connotaciones de la iniciativa de la clonación humana y manipulación genética desde un punto de vista desprovisto de anotaciones morales, con el real objetivo centrado y direccionado solo al buen uso de las mejores características que esta intención brindase.
Antes que los moralistas, buenos, muy buenos, en estos temas de hacer o no hacer, debido a que afectaría los intereses de la edificada y añeja iglesia, puedan al menos un juicio lanzar en contra de la clonación sería importante exponer este caso: ¿Cómo le explicaría la iglesia a una madre que su único hijo de 3 años muere, por una insuficiente hepática, porque el estudio que pudo salvar la vida de su pequeño no se llevó a cabo porque un grupo de moralistas estuvo en contra y presiono al gobierno para que las empresas que podrían haber adelantado dicho estudio no se hicieran?, aquí es cuando entra en el juego la importancia de lo moral y lo necesario, ¿para quién existe la moral, cuando lo necesario como en el caso pasado es lo vital?, lo sé, lo vital es primordial y lo moral, es muy a pesar de lo dicten los obstinados berrinches de la iglesia es algo complejamente innecesario. Cuando priman iniciativas que apuntarían a dar brindar beneficios en un campo en donde la oración está demostrado poco efectiva ha resultado.
Para finalizar, la adopción de nuevas tecnologías no debe suponer una pugna de poderes y menos en términos poco medibles como la fe, la religión, o la moral. Pero si en resultado, y es donde tiene su aplicabilidad la moral, no como designio de Dios sino, como derrotero a seguir en función de sostenibilidad de uso y lo apropiado de la aplicación de la tecnología. En función plena de si ayudase a la raza humana y no, sí esto va en contra de la institucionalidad de la iglesia, que muchos interrogantes lleva en su larga cadena de existencia de inconsistencias, que aun a pesar, vive en las personas que no determinan el poder del razonamiento para determinar en qué creer. Una de estas inconsistencia son la forma en cómo se pobló el mundo desde sus inicios, porque el algún momento, se tuvo que hacer uso del incesto18 para poder poblarse desde los tiempo de Eva, esta moralidad de momentos no tiene explicación, ni hacedero historial, solo existe bajo la mirada ignorante del compendio de creyentes. Ahora bien, no es mi interés juzgar, solo exponer las brechas de objetividad que existen, así de esta manera, abordar lo que a mi parece deber ser el contrapeso contra lo que se juzgue la adopción de nuevas tecnologías. La objetividad.
Todo en cuanto mejore la raza humana es merecedor de estudiarse, como una opción de mejora.
Autor: bulachi
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